domingo, 5 de octubre de 2008

El valor de leer la Constitución

El valor de leer la Constitución

Con toda seguridad tiene un ejemplar de la Constitución en su casa y todavía no la ha leído.
Si pensaba que ya ha pasado el tiempo para hacerlo se equivoca; es ahora cuando tiene que hacerlo y con mayor empeño.
La promoción del texto se hizo con mayor insistencia en la declaración de principios, garantías, derechos y libertades; y tenían razón sus ejecutores porque eso mismo es el articulado constitucional; solo que también incluye la participación ciudadana.
Las noticias nos muestran un panorama de continuidad de la Asamblea Constituyente, y resaltan la conformación de la misma en su segunda parte con los 130 o la mitad de sus miembros. En realidad resulta eso intrascendente comparado con la responsabilidad que con la aprobación del texto les hemos encomendado. Ellos los 130 o los 73, como parece apuntar el acuerdo redactarán, y en un plazo, en unos casos menor y en otros mayor, 16 cuerpos normativos legales.
Deberán aprobar en 180 días cuatro leyes que nos incumben a todos: las que regularán la soberanía alimentaria, las próximas lecciones, la administración de justicia, y la ley de participación ciudadana y control social. Otras 12 leyes tienen el plazo de casi un año.
Es, precisamente, a la palabra participación a la que me quería referir; pues esta cruza todo el articulado, en una suerte de reconciliación y una manera de reemplazar lo que antes, en los discursos políticos se mencionaba con la palabra “pueblo”. Todo se hacía en su nombre y en su beneficio; como hoy se hace con la palabra “participación”. La pregunta es quiénes están invitados a participar, todos, no, todos no. O quizá sí, todos si, si están invitados y convocados según un texto que resalta que la democracia en el Ecuador es directa. Otra pregunta obligada es cómo participar, y aquí hay dificultades para definir quienes. Los sectores organizados, de ricos y pobres, tienen una respuesta, pues ya antes lo han hecho motivados por la propia naturaleza de sus intereses y sistemas de organización: cámaras, grupos de base, gremios, corporaciones, partidos políticos, movimientos. ¡Y los estratos medios de la población? Acaso tienen una actuación mancomunada, consensuada; les motiva alguna estructura, sistema, organización. En esas condiciones se generan serias dudas respecto a los alcances de la participación de todos, y de la vigencia de la democracia participativa.
Las leyes están en redacción, al menos la del sistema y administración de Justicia ya está en borrador. Es probable que las otras también lo estén en los estudios de los asesores de los asambleístas que hoy pelean su incorporación entre los delegados escogidos para integrar la Comisión de Legislación y Control. Y, con toda seguridad los textos legales estarán ya listos entre las muchas curiosidades y excentricidades de los consultores y asesores extranjeros, ya expertos en identificar lo que haga falta para completar el trabajo que hicieron en la Asamblea Constituyente.
Mientras los informadores se distraen con las intrigas de la nominación de los comisionados ex asambleístas los artículos de las leyes seguirán su curso dentro de los plazos previstos. Así que a leer la constitución y participar, y hay que hacerlo con la misma prisa que impone el decurso del tiempo previsto en la norma suprema, la que aprobó la mayoría de los ecuatorianos el 28 de septiembre.