Una película hecha de retazos
Retazos de vida, es una película que hace honor a una serie de carencias que se intentan cubrir con localizaciones espléndidas de una ciudad en la que un proyecto de administración municipal hizo que sus habitantes recuperaron su estima, Guayaquil.
El filme con guión de Viviana Cordero, tiene esa característica de pequeñas historias urbanas, en la cual sus protagonistas viven en el límite de la superficialidad de sus emociones y con una velocidad, literalmente comparada con el tráfico en las avenidas, los sonidos y las luces de los centros nocturnos.
La realidad se muestra, de manera deliberada, en contrastes, pero en aquellos contrastes que no necesariamente son la norma, sino la excepción: personajes de aquel mundo de las frivolidades de la moda, el espectáculo y el entretenimiento; atormentados por afectos y orígenes indefinidos; en contraste con niños de la calle convertidos en arlequines de esquina y sonrientes objetos decorativos de los pasos a desnivel.
Quizá la mayor debilidad del guión es el describir fenómenos como el migratorio o el de los reclamos sociales por crisis financieras en un marco de manifestaciones folklóricas y casi comedias melodramáticas extraídas de aquellas estereotipadas historias de vida que son mediatizadas sin ningún rigor investigativo, pero si con un propósito puramente sensacionalista.
Retazos de vida se completa con episodios que no son otra cosa que adaptaciones de buenas ideas ya aprovechadas en otros filmes: el romance de la abuela (American Beauty, de Sam Mendes) y su desenlace trágico con el típico estilo de imitación del realismo mágico (Guantanamera, de Tomás Gutiérrez Alea), aunque se echa a perder con la carga humorística en la que comprometen la actuación de Erika Vélez; la actitud de la hermanita gorda y su aparición en su debut un clarísimo plagio de la película “Miss sunshine, de Valerie Faris”. Sólo para mencionar tres de los evidentes usos de secuencias completas, que colocan al filme fuera de cualquier intención o propuesta auténticamente creativa.
Sin embargo, a favor de la película, hay que mencionar la limpieza en la realización, cuidado en varias de las actuaciones y la producción que se sustenta de manera adecuada en la Municipalidad de Guayaquil y las empresas privadas.
El manejo del erotismo en la película requiere, en realidad, solamente buen manejo de imágenes: Erika Vélez, Ricardo Blume y María Teresa Guerrero lucen espectaculares. La frivolidad acompaña a Vélez en cada aparición, aunque su actuación se desmejora en los diálogos y escenas sentimentales. Claro, la actuación, en general, es compensada con la experiencia de Cristhian Bach y el elenco de actores ecuatorianos como Héctor Garzón, Azucena Mora.
Retazos de Vida, de William Levy, es una película que hay que mirarla como la proyección que puede conseguir un cine ecuatoriano que se atreve, se busca y se encuentra dentro de los maravillosos espacios y escenarios naturales propios de locaciones cinematográficas.
domingo, 21 de diciembre de 2008
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