Eugenio de Santa Cruz y Espejo. 1747 -1795
Eugenio Espejo corresponde a esas figuras históricas y emblemáticas de temprana iniciación en el compromiso académico y precocidad profesional y entrega absoluta por los intereses de los otros.
Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, es ícono también de la identidad mestiza latinoamericana. Hijo de Luis Chuzig, para la época, la segunda mitad del el Siglo XVIII, que le correspondió vivir, en una sociedad quiteña todavía bajo el gobierno de la Corona de España, Chuzig era un indio y su madre, Catalina Aldás, mulata hija de una esclava liberta, de ascendencia española.
Su infancia y adolescencia transcurrió en el interior del Hospital de la Misericordia, convento y Colegio jesuita de San Gregorio, del cual su padre era empleado, enfermero, curador y cuidador. A los 15 años de edad 1762, obtuvo su bachillerato en humanidades y cinco años más tarde, a la edad de 20 años, doctor en Medicina en Santo Tomás. Y otros tres años le tomó alcanzar el título de Derecho Civil y Canónico. Por sus orígenes desarrolló el hábito de ocultarse y de preparase en secreto para demostrar mayores conocimientos.
Como hoy, América estaba contagiada de aquella tendencia universal del interés por la escolaridad, la cultura, educación, el progreso; los estudios continuos de las ciencias naturales. Era la época del influjo de la Ilustración en América. Que tras la revolución inglesa de 1688 (derrocamiento de Jacobo II por su hija María y yerno Guillermo III) Revolución gloriosa en la que se impone la Declaración de Derechos del hombre y se pone límites al dominio absolutista del monarca, y se crea la monarquía constitucional o parlamentaria. La Independencia de los Estados Unidos de 1776 y la Revolución Francesa de 1789, que en estas tierras americanas se extendería todavía hasta las luchas independentistas. 1830.
Una de las mayores aspiraciones animaba el espíritu rebelde de Espejo, y solía repetirlo en público: “Deseo ardientemente ser conocido por bello espíritu”. Esto quería decir el de un hombre preocupado por las causas sociales y culturales. Y es que su labor de médico le permitió ver las miserias humanas, causadas por el hacinamiento, la promiscuidad, de las que padecían las urbes de entonces.
Detestaba la ignorancia y la insalubridad: dos defectos sociales a los que atribuía las mayores causas de las enfermedades. El haberlo revelado abiertamente en sus charlas y conferencias le causó el repudio de sus propios colegas y sacerdotes todavía influidos por la superstición y el descuido. Fue encarcelado en 1787, acusado de atentar contra la Corona.
La prisión y persecución le obligó a buscar otros aires. En Bogotá hizo amistad con Antonio Nariño, Francisco Ávila Zea, También fue amigo de Juan Pio Montufar. Fundó la “Sociedad Patriótica de amigos del país” cuyo fin era la búsqueda del mejoramiento de Quito.
En jueves 5 de enero de 1792, siendo nombrado bibliotecario en San Gregorio, fue autorizado a editar el primero de los siete números que tuvo el periódico “Primicias de la cultura de Quito”. Dos hitos tuvo este acontecimiento: marcó los comienzos del periodismo en la región y, la formación elemental de la opinión pública.
El periódico se ocupó de difundir: las ideas de libertad, los incentivos a la educación, la igualdad de derechos, y otros principios característicos que marcaron al siglo XVIII.
Una tercera consecuencia inevitable siguió a las publicaciones y de sus sueños libertarios: la acusación de subversión, su encarcelamiento en condiciones de ignominia que menoscabaron su salud. Tres años después murió enfermo el 27 de diciembre de 1795.
Al legado político de sus ideas, acciones y compromiso con la libertad y la igualdad de derechos se debe resaltar el aporte que Espejo consolidó con prolijidad: una abundante literatura científica sobre las condiciones higiénicas y sanitarias de la América Colonial.
jueves, 5 de enero de 2012
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