Ecuador: gasto al límite y las reservas bajo tierra
La crisis financiera mundial ha puesto al régimen con rostro de preocupación.
La primera víctima de esa crisis fue la ministra de Finanzas, Wilma Salgado, quien perdió la confianza del buró al haber anunciado que las cifras para ejecutar el proyecto de Montecristi, fraguado por los asambleístas para montar el escenario del cambio imaginado por los socialistas del siglo XXI, carecían de un financiamiento real.
Algo más de dos mil millones de dólares sería el costo de implementar el aparato estatal y la burocracia que hará posible el ideal del “sumac causay”, buen vivir. Pues para garantizar su éxito hace falta mucha plata, que el gobierno contaba tenerla de los excedentes que dejaban los buenos precios del petróleo.
Las finanzas son las que menos le han cuadrado al economista presidente y a su buró de idealistas asesores. Ya son, creo que, cuatro los ministros que han pasado por esa cartera, todos recibidos con entusiasmo y despedidos como “cobardes traidores”, o “ingenuos” sujetos a la manipulación de las “mafias de burócratas” enquistados en las instituciones. La inquietud es si será luego posible cambiar el orden interno establecido en la burocracia ya existente; una vez que con el nuevo modelo constitucional esta se multiplique.
La otra víctima de la crisis financiera global es la reserva monetaria. Otra pregunta es si en el país algo queda de ella. Pues la consigna de los gobiernos populistas siempre ha sido gastar todo lo que hay en subsidios, donativos, y compra de votos. Quedará algo para salvaguardar las finanzas públicas; ya que las privadas están sujetas a “prender velitas y encomendarse al santo de su devoción” como les ha aconsejado ayer el presidente Correa a los banqueros y empresarios. Y es más el nuevo texto, en un afán moralizador y justiciero, recalcó que nunca más y bajo ningún motivo el Estado volverá a cubrir el déficit del sector privado, pues cualquier forma de asistencia o intervención se asume como “atraco”.
La ex ministra Magdalena Barreiro, entrevistada en la televisión ha proyectado un escenario bastante crítico. Sin esperanza de créditos externos, con menores posibilidades de obtenerlos de países amigos como Venezuela, que en asuntos de dineros no está para hacer caridad a nadie, y con anuncios de dejar de pagar la deuda externa, sólo quedaría volver a implorar por una recuperación de los precios del petróleo y a una solución de la crisis financiera mundial. Caso contrario, otra alternativa es aguardar que salga el producto de Montecristi , empacarlo y guardarlo bajo siete llaves hasta esperar tiempos mejores, de vacas gordas, que permitan hacer realidad los ideales de esperanza y de cambio, con los cuales han engatusado a un electorado mayoritariamente indiferente a la lectura de los textos propuestos y bastante propenso a deslumbrase por los atributos físicos, actos de magia y palabras bonitas de los sátrapas.
jueves, 18 de septiembre de 2008
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