jueves, 29 de mayo de 2008

El ejercicio de la crítica ayuda a progresar

El ejercicio de la crítica ayuda a progresar

La intolerancia es el primer síntoma que evidencia comportamientos enfermos de autosuficiencia y de pretensiones totalitarias de los tiranos, inconsecuentes con la convivencia humana y respetuosa, propia de los nuevos tiempos.

Ese comportamiento que puede ser observado en las macro representaciones del poder y de los gobiernos; también se reproducen en aquellos entornos menores institucionales, organizacionales y en los medios.

Cuando esto ocurre, se empieza a escuchar la palabra, “crítica”, que se refiere a una especie de resistencia al desequilibrio emocional del aspirante a tirano o de sus capataces de turno, envilecidos en los pequeños espacios de poder que les conceden sus amos.

En tiempos de análisis de las libertades, de los derechos ciudadanos se empieza a escuchar con mayor frecuencia la palabra, crítica. ¿Es que acaso la crítica es un ejercicio de esas libertades? Sí, con seguridad lo es, y en una de las tantas acepciones que se le atribuye a la palabra libertad: entendido como ese estado que todos quisieran alcanzar y que muy pocos realmente logran comprender y compartir.

En ese marco, la crítica, con suficiencia de argumentos, Gustavo Vega, sugería, como necesaria, el propiciarla desde la academia, desde las Universidades; así como, Rubén Darío Buitrón, hacía propio de los medios de comunicación, en esa confrontación necesaria del periodista con los poderes, cualquiera fueran sus representaciones.

Sin embargo, la crítica, no es entendida como impulsora de cambios ni siquiera de puntos de vista contrarios, dirigidos a un mismo fin de superación y desarrollo. Y se llega a extremos de calificar la posición crítica como “insolencia y deslealtad”.

Cuanta razón tenía, Beaumarchais, al sostener que “sin libertad para criticar, no hay elogio halagador”; que es igual a lo que sostiene Virilio: “Sin crítica no hay progreso, solo condicionamiento, inmovilidad”, y, podemos agregar, que mientras se mantenga la intolerancia a la autocrítica dentro de los espacios de poder, gobierno y de los medios; sólo seguirán reproduciendo las conductas que los anquilosaron.