martes, 25 de noviembre de 2008

Una prologada campaña de distracción

Una prologada campaña de distracción

No hay nada más entretenido en la política ecuatoriana que una campaña.
Será por ello, por distracción, que en los últimos dos años hemos vivido en campaña, una ya larga y prolongada campaña que parece nunca terminar. Y es que en honor a ese entretenimiento masivo, ahora mismo, asistimos a la multiplicación de votantes: pasamos de los 10 millones de electores, con la incorporación de más de 500.000 votantes menores de edad y mayores de 16 años: así como, policías y militares.
Con esta lógica de multiplicación geométrica de votantes, a un ritmo similar al del crecimiento de la población, muy pronto votarán los niños, que ya lo hacen en elecciones simbólicas de derechos y opciones en programas de políticas públicas.
En esa distracción permanente en que han colocado a tan vasto electorado la oferta ha sido más bien limitada: la elección de un mandatario cuya figura fue construida por los medios de comunicación que hicieron de un economista de 43 años de edad, el símbolo mediático del gobierno interino de Gustavo Noboa, y de esa figura joven y jovial a un prospecto presidencial, en ese momento más por sus atractivos físicos que por la profundidad de sus propuestas.
Por desencanto y aburrimiento, electores agotados de repetir pasados intentos fallidos eligieron a Rafael Correa como presidente y asumieron con la única lógica de la “esperanza” una confianza en la posibilidad de cambio. Ratificaron el 28 de septiembre esa esperanza, para la que fue necesario multiplicar los espectáculos y conciertos para aprobar un nuevo texto constitucional.
La campaña nunca se cerró, el Primer Mandatario, nunca renunció a la tarima y no se bajará de ella hasta abril de 2009 en la que reclamará de sus electores una nueva ratificación y no solamente para él, sino para un millar de colaboradores que correrán con la Alianza política que hoy intenta acomodar una administración pública y ajustar un discurso populista en la práctica.
Con el anuncio de las próximas elecciones, de manera simultánea, el gobierno, de los plenos poderes, ha colocado en la agenda mediática que ahora la controla con una media docena de medios adscritos al régimen, dos golpes de efecto que levantan imagen pública interna; aunque, no dejan de evidenciar recelo y desconfianza en el exterior: el arbitrio de la Cámara de Comercio Internacional, CCI, de París, por un crédito brasileño para la construcción de la presa San Francisco. Y un informe que pone en entredicho las concesiones de préstamos de las instituciones crediticias internacionales.
Los juegos políticos no pueden abstraerse de su connatural relación y dependencia de la economía y las finanzas; como tampoco se pueden ignorar las repercusiones diplomáticas y acuerdos de buena vecindad.
Hay que cuidar sí el frente interno, y con razón, si se vive en permanente campaña para evitar los deslices que obligaron en el pasado esos súbitos desenlaces de inestabilidad política y de gobierno; sin embargo, hay que medir las consecuencias que esas estrategias al interior repercuten en lo externo, y, en particular, en la necesaria proximidad que se requiere con gobiernos amigos.
Las previsiones para las economías latinoamericanas no son nada halagadoras; y, por el contrario, se avecinan días difíciles. La esperanza tiene límites y estos son los que ofrece la confianza que esos millones de electores depositan con su voto en la posibilidad de cambio que se les oferta desde las tarimas con promesas, ilusiones y cantos nostálgicos.

domingo, 23 de noviembre de 2008

La ética es el tema en encuentro de periodismo digital

La ética es el tema en encuentro de periodismo digital

Cuando la percepción desborda los sentidos se apela a la ética para recuperar la cordura.
La Fundación Nuevo Periodismo, acaba de poner en la red una docena de criterios de especialistas en temas relacionados con el periodismo. Quienes hicieron esas declaraciones participaron en un encuentro en el que se analizó el futuro de la profesión en los nuevos formatos digitales http://www.fnpi.org/periodismoonline/. Todos ellos han puesto el tema de la formación de los periodistas digitales y de los contenidos colocados en la red de internet bajo el marco de la ética.
Cada vez que resurge el interés por los valores es que la situación se ha puesto extrema; y en este caso del periodismo digital es también urgente. No hay duda que el internet, las redes sociales que allí se han creado, el cúmulo de información contenida en sitios que se multiplican por millares en ese vasto territorio electrónico y digital, ha puesto al mundo frente a un espectro desconocido, muy entretenido, hedonista y no menos siniestro para muchos.
En ese panorama múltiple, interactivo, individualista estamos atrapados todos, internautas o no, nuestras vidas han dado un giro y buena parte de ellas transcurre frente a un monitor de computación.
Qué papel juega la ética en este cuento que se limita a la pantalla frente a los ojos habidos de un internauta sumido en esa suerte de laberinto de redes de información. Pues al parecer es decisivo, si se aspira, por ejemplo, a que buena parte de esos contenidos tengan criterios de verdad, beneficien a alguien y contribuyan a desarrollar un mínimo de reflexión, sobre todo, entre los jóvenes que son los mayores consumidores y participantes de las ofertas de la cautivadora pantalla del computador personal.
Otra incertidumbre es a quién responsabilizamos de ese manejo ético, y la respuesta vuelve a apuntar hacia quienes tienen por vocación, por oficio o profesión la obligación de colocar los contenidos en los sitios de la web, los periodistas. Quienes a partir de hoy deberán sumar a sus agobiantes habilidades el manejo de la herramienta digital y sus responsabilidades el conocimiento suficiente de la lengua, e investirse se los valores éticos que como principios de convivencia siguen siendo los mismos que la sociedad requiere para ser mejor y libre.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Los deudores de buena fe

Los deudores de buena fe

El informe de la comisión de análisis de la deuda externa puso nerviosos a muchos.
El expresidente Sixto Durán Ballén, es uno de los que han salido a advertir que el informe tiene una intencionalidad política y que sin embargo sus actuaciones para el endeudamiento, en más de 50 años de vida pública, fueron actos de buena fe. Sin deuda no hubiesen sido posibles las carreteras de integración entre Quito, Guayaquil y Cuenca, ha dicho en declaraciones a la televisión.
Un informe de deuda en el que se advierte que no todo el endeudamiento fue canalizado para obras, y que en un mayor porcentaje, casi de vergüenza, hasta de 92 por ciento, se pagaron estudios y consultorías; y en otros se negociaron intereses muy particulares de consorcios extranjeros. Hay reconocimientos de deuda malhabida que por vergüenza gobiernos como el de Noruega terminaron condonando en un claro acto de expiar culpas ajenas.
Se denuncia la intervención de los prestamistas en políticas internas y presiones para la implantación de modelos de administración en los cuales se emprendió la privatización de empresas del sector público, reducción del tamaño del estado, y otros mecanismos que lo único que buscaban es garantizarles los pagos suficientes y oportunos.
Sin endeudamiento este país no tendría carreteras, ni hospitales, ni escuelas; la pregunta es ¡acaso los tiene? en la medida y proporción de lo que significó el tamaño del endeudamiento y el costo social que vivimos. Claro que es un instrumento político el informe de deuda, como políticos fueron en su momento quienes tramitaron el endeudamiento. Lo que resta determinar es sí esos procedimientos fueron legítimos o ilegítimos.
Si hay que sentar en el banquillo de los acusados a una docena de ex presidentes, hay que hacerlo; aunque la Asamblea Constituyente ya haya exculpado a uno de ellos (Gustavo Noboa) mediante la figura de la amnistía, amnistía que quizá, por ese otro mecanismo de la jurisprudencia vaya a exonerar de culpabilidad a todos los demás, incluidos subalternos, prestamistas, y todos. Pues la amnistía no suspendió las responsabilidades, sino la infracción.

jueves, 20 de noviembre de 2008

La violencia y el cinismo amplificados en televisión

La violencia y el cinismo amplificados en televisión

Las manifestaciones de violencia y el cinismo con el cual se expresan parecen dos hechos inseparables en televisión.
Tres hombres confiesan ante las cámaras el haber asesinado a puñaladas a un niño quien además era su primo. Lo hicieron para no dejar testigos de un robo de casa: tres mil dólares y las joyas que se guardaban en el hogar en el que el menor vivía.
El primero se exculpa por haber estado en la misma habitación, el segundo de haberlo sujetado y los dos acusan a un tercero de haber ejecutado el abominable crimen contra la criatura. Las cámaras están allí para recoger y amplificar para sus públicos tan abominables declaraciones de los criminales confesos.
Un segundo caso, una mujer prostituta se muestra arrepentida de sus servicios prestados a un político porque ha mirado en televisión el rostro apesadumbrado de la esposa de su cliente, el mismo día en que este hacía pública su renuncia al cargo público, por el escándalo mediático.
El político desacreditado se acoge a la privacidad; mientras la prostituta ocupa la notoriedad convertida en una celebridad de televisión. Colocados en los extremos los valores por los medios de comunicación: al político le está vedado recurrir a contratar servicios sexuales; mientras en ese mismo juego de la moral a la televisión le parece inusual que una prostituta puede mostrar sensibilidad compasiva con otra mujer, en este caso la esposa condolida del político incapaz de mantener control sobre sus pasiones.
En los dos casos la televisión sensacionalista irrumpe en un rol que no le corresponde; la de juzgadora y aleccionadora de la colectividad. Pasa de su capacidad informadora de hechos a interpretar la realidad a su antojo y conveniencia. En ese empeño por atrapar a sus públicos ávidos del morbo escabroso, simplifica los hechos, los trivializa para ampliar sus audiencias y sucumbe en los más bajos propósitos.
Quizá mañana a nadie sorprendan hechos como los relatados por la televisión; pero la violencia y el cinismo prevalecerán sobre la convivencia humana.
Los asesinos confesos serán juzgados por lo que hicieron; pero otros criminales seguirán relatando sus acciones, como la prostituta seguirá ofertando sus servicios para sus nuevos clientes, los canales mediáticos.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Hasta dónde puede llegar el desprestigio institucional

Hasta dónde puede llegar el desprestigio institucional

La política debe ser una actividad ubicada por sobre la simple estrategia.
El sorteo de jueces de la Corte Suprema, ha dicho el primer mandatario, “fue una mala estrategia política”. Equivocada o no la estrategia ya es un poco tarde para el arrepentimiento y menos oportuno el responsabilizar del juego político a “asambleístas que llevaron a Montecristi agenda propia”.
Resulta, a estas alturas, paradójico el que se atribuya a agenda propia a las acciones que fueron desempeñadas por asambleístas obedientes y hasta sumisos a las determinaciones del buró político próximo al gobierno.
Ni agenda propia ni estrategia equivocada. La deliberada campaña de desprestigio desatada contra la magistratura de la justicia, contra magistrados y jueces tuvo la intención de incrementar el voto a favor de la tesis del régimen y los resultados demostraron el éxito de semejante persuasión, que hoy se ve como un despropósito, pero que en su momento les fue muy útil.
La tómbola fue una estocada para terminar por desprestigiar a todos en una suerte de ruleta de circo. El azar es el recurso menos recomendado si se espera éxito en un emprendimiento a largo plazo. Jamás te confíes en quien no tiene nada que perder, y al parecer el régimen había apostado desde esa posición, pero arriesgaba un costo, el político.
Los magistrados de la Suprema optaron por la prudencia, a aquella que da la sabiduría de los años y también a la espera. “Hubiese sido mejor la opción de establecer una prórroga a sus funciones hasta que, por el mecanismo de la ley sean reemplazados”, reflexiona un gobernante, que antes era guiado por la premura y el atropello de cualquier posibilidad de reflexión meditada y serena.
Recién el gobierno parece entender que existe un Estado, que aunque en la abstracción y el ideal en el que es concebido por la democracia se sostuvo con tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Cada uno como una columna con independencia y autonomía.
El concepto socialista del siglo XXI, concibe una sola, como un pedestal sostenido en endebles puntos de apoyo. Los otros poderes, los de la participación y la ciudadanía, son elementos todavía en construcción discursiva. Y el discurso oficial es contradictorio.