El análisis mediático del texto constitucional se centra descalificar al otro, como único argumento
La televisión se queda sin interlocutores o son siempre los mismos. Ecuavisa y Teleamazonas hicieron el intento de proponer un análisis de contenidos del proyecto de nueva Constitución; sin embargo, la coyuntura sigue imponiendo la agenda y a los interlocutores de los dos espacios televisivos.
Augusto Barrera (voz del oficialismo a favor del SI) y César Montúfar (quien se ha empeñado en una campaña por el NO) han coincidido como entrevistados en casi todos los medios y también en los foros convocados en provincias. Es uno de los ejemplos de lo reducido que resulta el número de personas que hacen opinión sobre el texto constitucional. El otro ejemplo es la campaña repetitiva que intenta devolver cada voz que discrepa con los postulados de Montecristi, y en particular en la devolución de dardos al sector conservador de la cúpula de la iglesia.
La ficción propagandística también multiplica el efecto de los medios televisivos, pues en casi todos los mensajes se muestra una persona o personas que responden a la imagen y discurso televisivo. Un televisor dentro de casa que enuncia un texto constitucional y la réplica de retorno se reproduce en las pantallas instaladas en nuestros hogares. Un doble efecto mediático que solamente contribuye a multiplicar las contradicciones y confusiones de un texto que, según Fernando Cordero, quien presidió la Asamblea, requiere un acuerdo para convenir en las interpretaciones.
Si ya hay dificultades para interpretar los textos, o de manera deliberada algunos de estos dejaron vía libre a varias conjeturas, que deberán ser acordadas a conveniencia futura; se hace mucho más necesario el análisis de sus reales significados. Mas sin embargo, la reflexión sólo apunta a descalificar al otro y ni siquiera a lo que sostiene el otro sino a su integridad. Ejemplo de esta particular manera de afrontar el debate fue la confrontación en la Universidad de Guayaquil, en donde los bandos fueron inducidos a confrontar las ideas a puntapiés, obscenidades, y pedrada limpia. Otro ejemplo lo protagonizaron Barrera y Montúfar, quienes hicieron contacto directo separados por Vera. Barrera, en un gesto inaceptable de provocación, manifestó que estaba allí por respeto al pueblo y no para responder a nadie; a lo que Montúfar respondió rizas sarcásticas y burlonas; que Barrera devolvió con un pedido a un debate entre personas civilizadas.
Ni debate ni reflexión sobre el texto Constitucional; solamente confrontación. Otra vez a medir fuerzas de popularidad y simpatía, en un acto electoral en donde los rostros de los candidatos son sustituidos por las palabras SI y NO. Un escenario en donde de manera literal la propaganda televisiva borra los textos y sustituye por imágenes. En este escenario no solamente la reflexión y el análisis siguen pendientes, sino también una real participación democrática.
viernes, 29 de agosto de 2008
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