En Guayaquil la campaña se volvió un asunto de antipatías y simpatías
Guayaquil es la única ciudad de Ecuador en la cual el debate se volcó de las pantallas a las calles. Pero no es un debate de reflexiones es la misma confrontación que inició el régimen contra el Partido Social Cristiano, que tiene colocados al alcalde de la ciudad más poblada del país y al prefecto provincial del Guayas.
Esta confrontación no es otra cosa que una continuidad de la puja por la popularidad que el régimen siempre puso a prueba en Guayaquil. Primero fueron las marchas de respaldo en la avenida Nueve de Octubre, luego la creación del Ministerio del Litoral para administrar la obra pública de manera directa y sin contar con la Alcaldía; finalmente una constante cadena de situaciones polémicas atizadas por los medios masivos.
La campaña por el referéndum siguió esa misma lógica y a los actores políticos tradicionales se sumaron: la iglesia, los estudiantes de universidades y colegios y en las últimas semanas los vecinos.
El gobierno ha conseguido con esta construcción de deliberado antagonismo circunscribir la tendencia por la negación en el voto en Guayaquil. Sin embargo es probable que la tendencia se presente también en las restantes ciudades de la costa, en particular en Machala. En la sierra la afirmación se fortaleció con esta evidente muestra de regionalismo.
La iglesia se juega su última carta en Guayaquil en donde, al parecer, la actitud de la cúpula coincide con la de los ciudadanos. Las misas campales son evidencia de esa posición alineada con la tendencia ; en el resto del país la iglesia prefiere aguardar en actitud contemplativa y de oración, excepto en sitios en donde la doctrina social se impone e inclina por el SI.
Se ha querido interpretar como una división en la iglesia, pero en realidad una institucionalidad tan fuerte, siempre se ha permitido y tolerado tendencias extremas en la práctica de la doctrina.
Quienes sí han perdido en esta campaña y han preferido esfumarse, fueron los partidos políticos, excepto la UDC, (Democracia Cristiana) que pautó propaganda por el NO; los demás no han atinado postura alguna.
Por su parte el gobierno también jugó su carta, aquella que todos sabíamos que la mantenía para casos extremos, como los de las últimas semanas en las cuales las tendencias parecían equiparase. La Comisión de la Verdad, aquella que indaga las supuestas violaciones de derechos humanos cometidas en el régimen de León Febres Cordero, emprende públicas diligencias, que por su naturaleza debían mantenerse en reserva. Aunque sus miembros han repetido que la notoriedad no tiene propósitos políticos; en la práctica resulta que su exhibición mediática influye.
Si la promoción de contenidos de la transformación constitucional estaba pendiente en los medios; con la difusión de las confrontaciones, de la aplicación de justicia mediática, de la delincuencia; la posibilidad de recuperar la información responsable ha quedado anulada.
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