Bastardos sin gloria: la muerte en escenario real
Quizá sea el holocausto provocado por el nazismo sea uno de los temas con mayor recurrencia en el cine. Y al igual que la muerte y el amor ha provocado los mayores argumentos en esa extraña mezcla de emociones que significan los extremos entre el amor y el dolor.
Quentin Tarantino, en la película “Bastardos sin gloria” se recrea en lo que mejor sabe hacer: jugar con el realismo al imaginar escenarios sangrientos en los que coloca en situación de oposición las emociones.
La guerra es el pretexto para el director, para en ella colocar un grupo de bastardos en el frente aliado con la misión de una secuencia de exterminio cruento y aleccionador. Sin embargo no es menor sagaz para identificar en la tropa alemana a oficiales con elevada inteligencia y disciplina para desarrollara la campaña del horror que significó la búsqueda (caza) de judíos en los territorios ocupados.
Tarantino no está interesado en el registro histórico ni en la secuencia lógica del conflicto. Su ficción indaga también, y con maestría, los estados anímicos alterados y aguzados por la astucia, la crueldad y el miedo. La que se necesita para hacer cine y mostrar los efectos del cine dentro de una misma película. Lo hace por actos y con desenlaces impensables.
Se detiene en los rostros, en aquellas expresiones faciales y señas particulares de las emociones, y consigue los efectos deseados con grandes cualidades actorales y encanto de los protagonistas: el dulce rostro de una mujer marcado por la traumática necesidad de venganza; la mirada y sonrisa cándida y casi infantil de un oficial alemán que es aclamado por sus hazañas de guerra; la del dolor de un hombre bueno que es obligado a faltar a su palabra.
En esos extremos, a veces intolerables y provocadores, Tarantino construye un mensaje que coloca al ser humano en el umbral de la negación de sus valores; quizá al mismo lugar en el que se ubica el holocausto y cualquier otro escenario de caos y guerra. En los cuales se pone a prueba la resistencia física y el equilibrio emocional.
El filme es equilibrado con magníficas escenografías, sentido estético en la composición, extraordinaria musicalización sinfónica y control absoluto de la fotografía.
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