Un año de campaña es la única previsión posible
Qué le deparan los astros al Ecuador. Solamente es previsible, que el 2009 será un nuevo año de campaña política.
Aunque la promoción de imagen nunca cesó tras las elecciones presidenciales de hace dos años ahora tomará el giro de la demagogia extrema. El primer indicador de ese comportamiento calculador fue el retiro ayer de la propuesta gubernamental de regular la asistencia del Estado a una posible crisis del sistema financiero de la banca privada.
De tanto hablar de intentos de desestabilización y de chantajes de la “banca usurera”; la gente se lo creyó y empezó a retirar su dinero de los bancos. La reacción es comprensible tras el espanto que provoca la difusión informativa de la crisis del sistema financiero global. El presidente ha tenido que dar pie atrás y retirar su propuesta; así como garantizar que 450 millones de dólares serán el respaldo para el sistema financiero privado, en caso de retiros masivos pongan, literalmente, en bancarrota al sistema financiero.
Asegurados los bancos volvieron las sonrisas, los abrazos y besos a los periodistas, a través de ellos a los medios que han antagonizados; fotografías con los niños y algunas bromas de fin de año, entre otras la de ser quemado con cariño.
Las largas colas en los patios de matriculación vehicular, los bombardeos en la frontera entre Israel y Palestina, los anuncios agoreros de los prestidigitadores, y, claro, dos largos feriados de Navidad y Fin de Año, han contribuido para desviar la atención de la crisis financiera, y, sobre todo, el de preparar el terreno para el inicio de la campaña electoral que mantendrá obnubilados a los ecuatorianos hasta abril.
Los banqueros podrán respirar con tranquilidad el primer trimestre del 2009, y con ellos su antagonista el político en campaña. Los ecuatorianos seguirán escuchando que la esperanza de cambio ya es de todos y que esté cambio, que se ha anunciado desde hace dos años, está próximo. Tan próximo como las elecciones de abril, las lluvias de mayo; ojalá que los vientos de agosto se encarguen de despejar las nubes de ceniza que arroja el Tungurahua, que como cortina de humo ahora impiden que los ecuatorianos puedan apreciar mejor una realidad engañosa construida con deliberada demagogia política. De esa que es capaz de invertir 631 millones de dólares en la compra de armas, 40 millones de dólares en un “avioncito” presidencial; pero descuida el rancho de una tropa que ha empezado a expresar su descontento.
martes, 30 de diciembre de 2008
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