De la gente, por la gente y para la gente: La utopía del desarrollo humano.
Por qué no es posible la justa distribución de los recursos y oportunidades; por qué la pobreza afecta a más de la mitad de los habitantes, el promedio de los 220 países que cubren el planeta.
Por qué un jugador de fútbol en Brasil gana los millones de dólares que no necesita; mientras la mitad de su población de ese inmenso país verde no ganará nunca los dólares que urge para alimentar a sus familias. Por qué su territorio es sembrado de caña de azúcar que se convertirá en biocombustible ecológico; mientras en los barrios miseria de Río, Sao Paulo, Belén, miles de personas hurgan en los basureros la comida del día.
Por qué en México vive el hombre más rico del mundo, Carlos Slím; en la misma ciudad en la que sobreviven 60 millones de mejicanos pobres y los tugurios hacen de la vida humana una recreación miserable del mismísimo infierno. Por qué estas diferencias son similares en casi todas las ciudades del mundo.
Porque algo está mal, algo anda muy mal y estuvo mal desde hace muchísimo tiempo.
Parte del diagnóstico corresponde a Carlos Aguirre, teórico antisitémico, que ha centrado su reflexión en el pequeño estado de Chiapas, México, lugar en el cual supervive una administración autónoma de los recursos por parte del Ejército Zapatista. Administración que se resume en una consigna “aquí el pueblo manda y el gobierno obedece”.
Los porqués de las inequidades y el giro a la izquierda de los gobiernos en Latinoamérica tienen una explicación para Aguirre: “Hay un proceso de decadencia en los Estados Unidos por pérdida de hegemonía, situación que ha colocado en una crisis ‘terminal’ al sistema capital”.
Para el teórico, de izquierda, se ha marcado un cambio de época y los indicadores de ese cambio serían: la condensación de tensiones en las sociedades de clases, el surgimiento de movimientos como el feminismo, el ecologismo. Se avecina, asegura, la extinción de las diferencias entre culturas altas y bajas, el fin del individualismo y el fortalecimiento de lo social; así como desaparecerían las diferencias entre lo urbano y lo rural.
La previsión apunta a Latinoamérica como el eje del movimiento de cambio y, menciona, nuevamente, los números para sostenerlo: es la civilización más joven de la humanidad, 500 años de triple mestizaje (aborigen, europeo, y criollo americano), actitud abierta cosmopolita, en la que se habla la tercera lengua más importante del mundo.
Las particularidades mencionadas por Aguirre coinciden con las del teórico chileno, radicado en Europa, Fernando Mires, pero quien sostiene, con ironía, que Latinoamérica es la única región del planeta en la que subsisten los idealismos de izquierda y los sentimientos antiimperialistas.
Los postulados zapatistas de Carlos Aguirre:
Escuchar a los nuevos movimientos sociales (nuevas teorías)
Formas de vínculos económicos no sumidos a la lógica del capital
La tierra no puede ser una mercancía ni concebida como propiedad privada
Descolonización de la tierra bajo el principio de valor de uso
Democracia cualitativa, bajo el principio de “a cada quien según sus capacidades y necesidades.
Reconocimiento de la diversidad
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