La LDU nos hizo olvidar por un momento la realidad
Acá la situación no es diferente a la que se vive en ningún otro lugar de América. Los conflictos son permanentes y similares conflictos y confrontaciones entre los gobiernos con la prensa, los empresarios privados y las advertencias de los procesos de autonomía de ciudades importantes, como el puerto de Guayaquil.
Para la administración se torna difícil sostener credibilidad y las confrontaciones son permanentes. Y, no solo en el frente interno, en el que se desarrolla la Asamblea Constituyente, sino también en el externo con el conflicto diplomático con Colombia, por el asunto del enfrentamiento armado del ejército colombiano en territorio ecuatoriano en el que murió Raúl Reyes, el dirigente de las Farc.
Las democracias son débiles y muy dependiente de los acuerdos con sectores políticos a los que deben complacer con participación en cargos públicos, y con adquisición de armas para las Fuerzas Armadas, que en situaciones de crisis internas resultan deliberantes.
Las cosas no son nada fáciles en un país como el nuestro que en casi 30 años de democracia se acostumbró a botar gobiernos y a sustituirlos por otros que solamente se sustentan en la demagogia y el populismo.
Acá las rentas no son del sector agrícola ni ganadero; son del petróleo y las remesas enviadas por los emigrantes, de los más de tres millones de personas, que están en Estados Unidos y Europa.
Un panorama desalentador, si no fuera por el fútbol, pues hoy clasificó La Liga Universitaria de Quito y lo único seguro es que jugará la final con Boca… o Fluminense.
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